Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA), como la anorexia, la bulimia o el trastorno por atracón, no son solo una lucha con la comida. Son una expresión silenciosa de un dolor más profundo, una necesidad de control o una vía para anestesiar emociones que desbordan.
Y en muchos casos, estos trastornos se comportan como una adicción.
¿Qué tienen en común un TCA y una adicción?
- Relación compulsiva y destructiva con una conducta (comer, no comer, purgar)
- Pérdida de control
- Síndrome de abstinencia emocional y físico
- Autoengaño y negación del problema
- Rituales que ocupan gran parte del día y la mente
- Aislamiento social y deterioro emocional progresivo
Cuando comer (o no comer) se convierte en una vía de escape
- La comida (o su ausencia) como forma de calmar ansiedad, rabia o vacío
- La búsqueda de control absoluto ante un mundo que parece caótico
- La delgadez como símbolo de valía y aceptación externa
- La purga como castigo, como “borrón” emocional
¿Por qué hablamos de adicción si no hay sustancia?
- Porque los TCA activan circuitos cerebrales similares a los de las adicciones: dopamina, refuerzo, compulsión
- Porque hay tolerancia (necesidad de más restricción o más purgas)
- Porque hay abstinencia: ansiedad, irritabilidad, culpa si no se realiza la conducta
La importancia de un enfoque integral en el tratamiento
No se trata solo de “volver a comer bien” o “ganar peso”.
Un tratamiento efectivo debe abordar también:
- Las emociones que se esconden detrás de la conducta
- La relación con el cuerpo y la autoestima
- Las creencias rígidas sobre el control y la perfección
- La ansiedad, la culpa y la vergüenza
- El sistema familiar, los vínculos y el entorno
Los TCA y las adicciones no son debilidad ni capricho.
Son gritos emocionales que merecen escucha, comprensión y ayuda profesional.
Si estás atravesando algo así o conoces a alguien que lo esté, da el primer paso.
En Merakia te acompañamos.
